sábado, 18 de julio de 2009

Debatiendo sobre The Wire


Aprovechando que la la serie "The Wire" acabó hace ya más de un año y que, por lo tanto, muchos ya hemos visto sus cinco temporadas completas. Abro aquí un hilo para la conversación en los comentarios del post.


Atención: espoilers por un tubo, así que no sigas leyendo si no la has visto.

Temas interesantes, a modo de calentamiento:

OMAR: ¿Héroe o villano? Probablemente Omar Little es el personaje más inverosímil de toda la serie. Increíble es su absoluta impunidad en ese contexto callejero, al igual que su forzada homosexualidad. En muchas ocasiones se le dibuja como un personaje noble, sin embargo no deja de ser un asesino más. Unas gotas de Robin Hood, otras de Lucky Luke, Han Solo y la magia del ninja... Un curioso cóctel que da como resultado que Omar sea, sin lugar a dudas, el personaje de la serie que más ha trascendido en la cultura popular (Barack Obama lo ensalzó). Su ridícula muerte, al final de la serie, se ha comentado mucho (aunque, en mi opinión, era la mejor que podía tener).

FILIAS Y FOBIAS: Casi todos los personajes –salvo los malos malísimos Barksdale o Marlo– tienen sus partes oscuras y sus partes luminosas. Algunos consideran a McNulty –alcohólico, egoísta y autodestructivo– el auténtico motor imprescindible de la serie. Otros se sienten a salvo con el pacífico Freamon. Personalmente a mí me fascina Stringer Bell: tan cabrón y frío como muchos otros, pero inteligente y culto, además de tío bueno, traicionado al final por su mejor amigo. Hasta sé de uno que siente compasión por Clay Davis, el político corrupto por excelencia.

JERARQUÍAS: En estos tiempos de presunta horizontalidad y reparto de tareas, "The Wire" aborda, capítulo tras capítulo, la lucha por el poder. Y no me refiero al "poder" de "aquí mando yo" –que también– sino al "micropoder", es decir, entre compañeros de trabajo, entre familias, entre parejas. Y cómo la traición, la desobediencia, la ruptura de la "cadena de mando" y las diminutas dosis de pullas, son el pan nuestro de cada día.

EDUCACIÓN: Solo la cuarta temporada de la serie, dedicada a la "educación", merecería una tesis universitaria. Sobre las dificultades de la "informalidad", sobre las trampas autoimpuestas de los sistemas educativos en pro de una mejor financiación, sobre aquello tan viejo de "todos somos iguales, todos nos merecemos las mismas oportunidades" en contraposición a "todos somos diferentes, por lo tanto necesitamos un menú personalizado". Tantas cosas... Esta cuarta temporada es mi favorita.

MUJERES: De nuevo, los roles femeninos en la serie están más cerca del tabú que otra cosa. Solo las lesbianas están dispuestas a participar en este juego de hombres. A parte de la constante idealización y éxito mujeriego de los personajes más machos, duros y poderosos. Pero lo dejaré aquí.

NARRATIVA: Y al margen de personajes y contenidos, también es revolucionaria la narrativa de la serie. Explotando mejor que ninguna otra la serialidad y la larga duración. Episodios, de una hora, en los que no pasa nada y luego pasa todo. Sin embargo, desde el punto de vista de la realización audiovisual, el estilo es más bien clásico y conservador. ¿O quizás no?

lunes, 6 de julio de 2009

Re(in)ventando géneros

¿Por dónde íbamos? Hace meses que no publicaba nada aquí. Qué desastre... ¡Es el estrés del autónomo! Pero sigamos. Que sólo fue una semana de taller. Y tampoco queda tanto.

Los últimos posts se los dediqué a la HBO (y también a algún que otro apunte). Así que ahora toca una batería de series que comentamos en su día. ¿Y por qué ficción televisiva anglosajona? Porque a día de hoy son el mejor escaparate de una producción internacional que supera viejas dicotomías, abordan –prácticamente todas– la contemporaneidad desde complejos puntos de vista (incluso tabúes), son autosuficientes (no tienen detrás un papá Estado que paga y vigila lo que hacen) y generan comunidades y diálogo en red. Vamos allá.

El asesino en serie: "Dexter"

La psicopatía es un tema fascinante. Tanto Pinker como Punset hablan de ella en los textos recomendados. Sobretodo porque hay mucho psicópata entre nosotros (se habla de hasta un 4% de la población... y en su mayoría son hombres), aunque no hay que confundir psicópata con psicokiller. La mayoría de psicópatas no son asesinos, de hecho muchos de ellos suelen ser gente bien posicionada socialmente (altos cargos en empresas, políticos, deportistas...) y personas muy inteligentes. Básicamente, una persona psicópata es una persona que no siente empatía. Y a día de hoy eso no tiene cura. En Estados Unidos, si detectan que eres psicópata y cometes algún delito grave, te caerá probablemente la cadena perpetua porque no hay rehabilitación que valga. O eso, o te llevan al ejército, a primera línea de fuego, para que te desahogues a gusto con el enemigo. ¿Y Dexter Morgan? Pues resulta que es un asesino psicópata pero buena gente. Bajo una trama, a priori, de palomitas, se esconden cuestiones muy importantes: ¿qué significa el altruismo? ¿hasta dónde llega la representación, la pose y la hipocresía en nuestra vida social? ¿conocemos realmente a la persona con la que convivimos? Todo ello enmarcado en un Miami kitch-latino encantador... Y no os perdáis a la bienpensante Rosa Montero poniéndola a parir.

Una de abogados: "Damages"

Más allá de su increíble reparto (Glenn Close, Željko Ivanek, Ted Danson, Rose Byrne...), esta serie emplea a fondo su narrativa fragmentada a base de flashforwards y flashbacks. En un entorno –el de la abogacía– en el que se juega duro –a base de mentiras, intenciones ocultas, mucho dinero y medios de comunicación– es probablemente la mejor estrategia narrativa por la que se podía optar. Difícilmente sabremos aquí quién es bueno y quién es malo. Y esa ansiedad y dubitación constante es la mar de sana, dados los tiempos que corren... La primera temporada es prácticamente perfecta. La segunda no tanto, pero igualmente vale la pena.

La familia disfuncional: "Family Guy"

Mi admiración por esta irreverente obra maestra ya la dejé por escrito aquí hace cuatro años, con vídeo incluido: «prácticamente no tiene límites, es una gamberrada monumental que consigue arrancar carcajadas donde hacía tiempo no las había, abanderando incluso todo aquello "incorrecto", y apunta alto: machismo, violencia despiadada, homofobia, discriminación física y racial... Pero con una elegancia e inteligencia que hacen girar la tortilla continuamente. Quizás los dos personajes más emblemáticos sean el perro -amante de los Martinis y el miembro de la familia más sensato- y el bebé -un psicópata homosexual reprimido que sueña con matar a su madre y dominar el mundo». Y todo ello desde la ultraconservadora cadena FOX. En cuanto a las comparaciones con "The Simpsons", Casciari las resuelve la mar de bien aquí: "Family Guy, un plagio que necesitábamos con urgencia". Por cierto, acaba de aparecer en la ABC una nueva serie animada de familia disfuncional: "The Goode Family" (buenos ciudadanos, ecologistas y multicultis). Tiene una pinta estupenda.

Una de médicos: "House MD"

¿Qué decir de la serie más vista en el mundo entero? ¿De nuevo otro psicópata o simplemente un amargado? ¿Por qué nos atrae tanto el "refuerzo intermitente", osea, una de cal y otra de arena? ¿Por qué la estructura de todos sus episodios es idéntica –a lo Sherlock Holmes– y, sin embargo, funciona y engancha? ¿Por qué el indomable personaje que interpreta Hugh Laurie despierta tantos instintos maternales? ¿Es cierto eso de que "todo el mundo miente"? Por supuesto, todas las respuestas –que las hay– a esas preguntas no dejan de ser inquietantes...