lunes, 9 de junio de 2008

Hoy, que ya ha pasado

Y después de recordar a Sade y Géricault (dos franceses, qué casualidad) daré un salto mortal al año 2008. Lo cual es un poco arriesgado, pero qué leches. En el colegio siempre lamentaba que cuando tocaba hablar del presente -ya fuera en clase de historia, arte, música o ciencias- el curso llegaba a su fin. Y como en el taller no hemos tenido -precisamente- mucho tiempo, pues vamos al grano, al compromiso con nuestro tiempo.

Creo que una de las palabras que mejor definen nuestros días es "complejidad". Como decía Starck, estamos a medio camino... Pero voy a destacar, cual hijo de vecino, siete puntos que considero claves. Todos ellos, por supuesto, relacionados entre sí:

  1. Final de la posmodernidad. Efectivamente muchos definen el tiempo presente como tiempo posmoderno (la posmodernidad es tan posmoderna que ni siquiera se ponen de acuerdo en cómo definirla). Sin embargo se empieza a vislumbrar el final del túnel. En mi opinión, la aportación más importante de la posmodernidad es su invalidación de discursos únicos, totalitarios, de verdades absolutas y políticas definitivas, tan característicos de la modernidad. Ahora, quizá, ya es momento de dar un paso más allá. Simplificando mucho la cuestión, se diría que el relativismo -el "depende de cómo lo mires"- viene a ser superado por la complejidad. Es decir, a través de la suma de "medias verdades", de múltiples discursos, se puede llegar al enunciado.
  2. Salto generacional. Sí, en occidente estamos experimentado un salto generacional importantísimo. Enrique Dans siempre compara la situación actual con el ejemplo de esos padres de los años 50 (del siglo XX) que no entendían absolutamente nada de nada sobre esa música (o más bien ruido) que escuchaban sus hijos llamada rock'n'roll. Un salto generacional que no tendría más importancia si no fuera porque lo que genera es pánico. Pánico en unas esferas dominantes que ven cómo se tambalea su cómodo sillón al no entender de qué va todo lo que se les viene encima.
  3. Decadencia de la democracia. La posmodernidad ha acabado con la democracia. Sociedades teledirigidas; bipartidismos; prohibición de referendos; políticas internacionales, militares y ecológicas basadas en el miedo, las mentiras o las medias verdades; agendas programadas de los medios de comunicación; absentismo y desilusión. Tema espinoso...
  4. De la era de la (des)información a la era del (des)conocimiento. Otro aspecto interesante, aunque también algo tecnoutópico, es que se está pasando del intercambio unilateral de la información ("yo te cuento lo que está pasando y punto") al diálogo en red que genera conocimiento. Nótese que dependiendo del uso el conocimiento puede ser en realidad desconocimiento. Ese diálogo en red se ha venido a llamar, en internet, la web 2.0. Término polémico y abusado pero la mar de divertido. Si la web 1.0 fue el internet de las grandes compañías, el de la burbuja de las puntocom... la 2.0 es la del prosumer (Flickr, Youtube, Menéame) y las redes sociales (Myspace, Facebook).
  5. La larga cola. En un tiempo de consumo -digital- globalizado y grandes compañías transcontinentales la industria cultural ha entrado en crisis. Los consumidores culturales, por ejemplo, han descubierto que la música no tiene por qué consumirse únicamente en un soporte tangible como un vinilo o un disco compacto sino que también el archivo informático MP3 es una buena opción. Ello es solo la punta de un iceberg enorme. Paralelamente Chris Anderson, observando el modelo de negocio de Amazon, se "inventa" el concepto de long tail: los productos minoritarios, en suma, venden más que los superventas. Llega, para quedarse, el mercado de nichos.
  6. Multimedia ubicua. El cine ya no es lo que era. Los diferentes canales de comunicación como la televisión, el mundo editorial o los videojuegos, ya no son estancos. Las producciones audiovisuales son cada vez más crossmedia -o multiplataforma, o multimedia- en donde los diferentes soportes se complementan, se retroalimentan y multiplican en consecuencia la oferta.
  7. La nueva ciencia. Finalmente uno de mis temas favoritos. Podría afirmar, sin despeinarme demasiado, que el mundo de la ciencia ha estado siempre en otra dimensión. Esos señores de bata blanca y comportamiento excéntrico han estado, hasta ahora, dando la espalda a la sociedad. Y por supuesto los ciudadanos no hemos tenido, hasta ahora, ningún interés en enterarnos de qué iba todo aquello (el desconocimiento provoca rechazo). Pero algo está cambiando. Y resumirlo en un párrafo sería un desacierto total. Pero digamos que, si el siglo XX fue el siglo de las ciencias sociales, el siglo XXI será el de las ciencias de la naturaleza, el de la neurociencia y la biotecnología.

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